La doctora Ana García Blanco, psicóloga clínica del Hospital Universitari i Politècnic La Fe de València y perteneciente al Grupo de Investigación en Perinatología del Instituto de Investigación La Fe (IIS La Fe) ha obtenido el número uno en la convocatoria ´Juan Rodés´ del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII). Se trata de una de las convocatorias más prestigiosas de este instituto adscrito al Ministerio de Economía y Competitividad, que se encarga de financiar, gestionar y ejecutar la investigación biomédica en España.
Ana García Blanco ha sido la número uno en esta convocatoria, que establece una vía para que los especialistas de la sanidad puedan combinar investigación y labor asistencial. Una convocatoria habitualmente copada por perfiles relacionados con otros campos de la biomedicina como la oncología. Es la primera vez que una psicóloga clínica obtiene tal mención.
El objetivo del proyecto premiado por el ISCIII es estudiar los factores de riesgo que pueden precipitar los trastornos del neurodesarrollo en los prematuros. Para ello, es necesario delimitar poblaciones de riesgo que permitan entender la complejidad de las enfermedades y las diferentes manifestaciones de un mismo trastorno.
En la población pediátrica se observan trastornos del neurodesarrollo, pero las causas pueden ser muy diversas, entre ellas los eventos adversos durante el embarazo y el estrés materno asociado o la prematuridad.
Heterogeneidad de los Trastornos del Neurodesarrollo
Existen niños y niñas prematuros con factores de riesgo y condiciones adversas con las que se exponen al mundo que acaban teniendo un desarrollo normal. Pero existen niños y niñas prematuros que desarrollan un trastorno con déficit de atención e hiperactividad (TDAH) y otros que desarrollan trastornos del espectro autista (TEA).
El TDAH en niños prematuros no se caracteriza tanto por hiperactividad y alteraciones de conducta asociadas, sino por un predominio de déficit de atención. Además, no existe mayor prevalencia en niños que en niñas, un dato que aparece en la población clínica de no prematuros.
Por su parte, los TEA en prematuros no suelen vincularse a causas genéticas, sino que su desarrollo y evolución guardan relación con el ambiente de la UCI neonatal, caracterizado por la exposición a estímulos suprafisiológicos como dolor, luz, ruido y procesos médicos y por la carencia de estímulos fisiológicos como el contacto parental y lactancia al pecho.
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